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Motor que transforma

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Un estudio inédito, encargado por el Centro Tecnológico Forestal Maderero y realizado por Equipos Consultores, revela la magnitud del aporte de la cadena forestal-maderera al empleo, el arraigo territorial y el desarrollo económico del Uruguay. El informe también identifica desafíos clave para seguir potenciando su crecimiento sostenible.

Por Alejandra Pintos

“Lo que no se mide no se puede mejorar”. La frase, atribuida al físico y matemático británico William Thomson Kelvin, ha sido adoptada por directores de empresas y organizaciones para ilustrar la importancia de revisar el estado de situación en búsqueda de una superación constante. También podría decirse que es el leitmotiv del estudio elaborado por Equipos Consultores para el Centro Tecnológico Forestal Maderero (CTFM), titulado “Evaluación impacto socioeconómico de la Cadena Forestal Maderera”.

La producción forestal en Uruguay atraviesa un momento clave, consolidándose como un sector estratégico que dinamiza la economía: las exportaciones del complejo forestal representan cerca de una quinta parte del total de exportaciones de bienes. Sin embargo, poco se habla de su impacto en el desarrollo social del país.

Justamente estos dos aspectos fueron el foco del estudio, inédito en alcance y dimensión. Así lo explica la coordinadora ejecutiva del CTFM, Inés Bocage: “Fue encargado con el objetivo de contar con información actualizada y rigurosa que evidencie el aporte real del sector al desarrollo sostenible del país. En un contexto donde el sector ocupa apenas el 6,6% de la superficie productiva nacional, pero genera más de 33.000 empleos directos distribuidos en todo el país [según el informe de Equipos], lidera las exportaciones y sigue atrayendo inversiones, era fundamental disponer de datos que permitieran dimensionar su impacto en el empleo, la calidad de vida y la permanencia de las personas en el territorio”.

información actualizada y precisa “es esencial” para “potenciar iniciativas estratégicas”, ya que justamente, en el marco de sus actividades, el CTFM impulsa múltiples proyectos para fortalecer la competitividad del sector. Esto incluye, por ejemplo, iniciativas vinculadas a capacitación especializada, investigaciones sobre tendencias globales de madera sólida, avances tecnológicos en procesos industriales y estudios de bioeconomía. “El CTFM entendió que contar con un estudio independiente, profundo y objetivo, garantizado por una consultora de prestigio como Equipos, permite tener una visión precisa del sector, evitando visiones tendenciosas que dificultan el análisis”, dijo Bocage.

MÁS EMPLEO Y MEJORES SALARIOS

El estudio utilizó una metodología robusta, combinando análisis de información secundaria, encuestas a hogares y empresas, y entrevistas en profundidad con actores relevantes. La directora de Desarrollo Social de Equipos Consultores, María Julia Acosta, destacó que la investigación buscó capturar diferencias claras entre zonas de alta y baja incidencia forestal para precisar los efectos atribuibles directamente al sector. “Medir el impacto es un objetivo muy ambicioso”, remarcó.

Entre los principales hallazgos se destaca que la cadena forestal-maderera es percibida como un motor clave de la economía uruguaya, especialmente en regiones de alta actividad. Su influencia positiva sobre los ingresos, el empleo y las inversiones sobresale frente a otros sectores, consolidándose como un pilar del crecimiento económico. Por ejemplo, el 90% de los empleos en zonas de alta incidencia forestal son estables, frente a porcentajes menores en otras áreas. Asimismo, más del 50% de los residentes considera que los salarios del sector forestal superan a los de otros empleos rurales e industriales. Estos mayores ingresos permiten a las familias una mejor capacidad de ahorro y una mejora en su calidad de vida, generando un círculo virtuoso que refuerza el crecimiento económico local.

El informe también revela una heterogeneidad significativa en las condiciones laborales dentro del sector. En la producción de celulosa, papel y derivados se registra un alto nivel de formalidad, ingresos superiores al promedio industrial y una fuerte participación femenina. Los mayores niveles de estabilidad laboral se observan en las regiones con alta incidencia forestal, particularmente en la región del litoral.

El director de Consultoría Económica de Equipos, Alejandro Cavallo, recordó que, antes de la instalación de la primera planta de celulosa (hoy UPM, entonces Botnia) a fines de 2007, el impacto del sector era “muy bajo”, limitado a la producción de madera para exportación y algunos aserraderos. “Todo lo que generaron las tres plantas [de celulosa] es realmente impresionante si uno lo compara con pre-UPM. Hay un contagio de formalización, hay más control, hay más formalidad; se volvió el estándar”, explicó.

“Eso genera el famoso cambio cultural. Desarrollás ofertas de capacitación, empleás a otras partes de la cadena y también, en ese sentido, termina derramando hacia el conjunto de la población. El ambiente, en sentido cultural, es de mejor calidad, porque la gente está con sus derechos laborales respetados, ganando una buena remuneración”, añadió Acosta en conversación con Forestal.

MÁS ARRAIGO E IMPACTO SOCIAL

 Desde una perspectiva social, el impacto positivo del sector es contundente. Las regiones donde predomina la actividad forestal presentan mejores indicadores socioeconómicos: ingresos más altos, mayor estabilidad laboral y mejor calidad de vida. Acosta señaló que “las familias vinculadas al sector tienen expectativas más positivas respecto al arraigo de sus hijos en sus localidades, reduciendo la migración hacia centros urbanos más grandes”. En términos de desarrollo comunitario, las zonas con fuerte presencia forestal muestran niveles significativamente más altos de felicidad, confianza interpersonal y optimismo sobre la movilidad social.

“Hay un reconocimiento de las comunidades a la importancia del sector, hay una mirada en ese sentido del aporte al desarrollo. Las personas nos movemos por expectativas, entonces se comparan cómo son las condiciones de trabajo en el sector forestal-maderero versus las condiciones de trabajo en otras áreas del agro u otras actividades productivas. Todo esto después resulta en buenos indicadores de calidad societal. Porque están más seguros, tienen empleos más estables, no son zafrales, son menos informales, ganan más, entonces sienten una mejora significativa”, afirmó Acosta.

BRECHAS EDUCATIVAS Y DESAFÍOS AMBIENTALES

El estudio también identificó desafíos críticos. La oferta educativa vinculada al sector presenta importantes brechas, especialmente en capacitación técnica básica. Ca vallo explicó que “existe un déficit de formación orientada a trabajadores con menor nivel educativo, algo necesario para reducir las desigualdades internas del sector”.

Si bien la expansión de la oferta educativa ha permitido retener a jóvenes en sus localidades de origen, aún persisten limitaciones en regiones como Rivera, donde los bajos niveles educativos dificultan el proceso. “Las localidades analizadas han experimentado una diversificación en la oferta educativa, especialmente en áreas tecnológicas como inteligencia artificial, robótica y digitalización. Sin embargo, persisten limitaciones en la oferta vinculada a la cadena forestal maderera, especialmente en niveles técnicos básicos”, señala el informe.

Por otra parte, aunque se reconoce el aporte ambiental del sector en términos de captura de carbono y sostenibilidad, persiste un importante desconocimiento entre la población sobre estos beneficios. Predominan las preocupaciones acerca de los monocultivos y sus efectos en la biodiversidad, lo que revela la necesidad de fortalecer la comunicación y la educación ambiental. “Se desconoce el aporte de la captura de carbono a partir de la forestación, es un concepto abstracto que cuesta”, resumió Acosta.

UNA APUESTA A FUTURO

Desde el Centro Tecnológico Forestal Maderero, Bocage sintetizó los hallazgos de la siguiente manera: “El estudio confirmó que el sector forestal-maderero tiene un efecto positivo significativo en los territorios donde opera. Se identificaron mejoras en los ingresos, mayor estabilidad laboral, mejor calidad de vida, un fuerte arraigo poblacional en las zonas de influencia del sector y hasta mayores niveles de felicidad. Esta evidencia refuerza el valor estratégico del sector no solo como motor económico, sino también como actor clave en el desarrollo territorial sostenible. Su aporte al desarrollo local es innegable: dinamiza territorios históricamente relegados, promueve estándares laborales de calidad y posiciona a Uruguay como referente internacional en sostenibilidad forestal, avalado por certificaciones internacionales como FSC y PEFC”.

Por su parte, los expertos de Equipos Consultores subrayan la importancia de realizar futuras ediciones del estudio para monitorear la evolución del sector, evaluar impactos de políticas implementadas y realizar ajustes que permitan mejorar continuamente. “Esta investigación es una fotografía del presente, pero tener una película, una continuidad de datos, será esencial para el desarrollo del sector a largo plazo. Hay una cuestión de políticas públicas, pero también de políticas sectoriales. Y las dos cosas pueden ser moldeadas en función de lo que vienen dando determinados indicadores”, concluyó Cavallo.

Fuente: https://www.revistaforestal.uy/motor-que-transforma/